Fernandez-Mamani, R. G. et al.
2 Rev. Amaz. Cienc. Ambient. Ecol. 3(1): e618; (Ene-Jun, 2024). e-ISSN: 2810-8817
1. INTRODUCCIÓN
La contaminación sonora es una dificultad que se ha incrementado en la época actual (último siglo), no
solamente en el Perú, sino también en el planeta. Esta es la señal de que perturba la mejora en las
actividades diarias, por lo que es ineludible estar al tanto y en educarse a alertar. La calidad del entorno
urbano, la viabilidad de las ciudades y la productividad de los ciudadanos se ven impactadas negativamente
por la contaminación acústica (Robles et al., 2019).
La polución acústica es un problema ambiental, pero su gravedad no recibe una vigilancia adecuada. Este
tipo de contaminación acontece cuando se producen ruidos que consiguen ser penetrantes, superando el
nivel de fondo aceptable, de forma que el sonido formado ocasiona malestar en las personas y en animales
(Massa-Palacios et al., 2021).
El ruido generado por los vehículos representa un contaminante ambiental que puede tener repercusiones
tanto en la salud física como mental de las personas expuestas de manera constante. Este fenómeno
impacta de manera significativa a los residentes urbanos, especialmente a aquellos que residen en
proximidad a vías con alto volumen de tráfico vehicular (Zamorano-González et al., 2019).
En la ciudad de Matamoros, ubicada en el estado de Tamaulipas, México, es claro que los niveles de ruido
vehicular exceden límites máximos permisibles (LMP) determinados por los órganos mundiales de bullas
ambientales. La exposición al ruido puede afectar negativamente a diversos elementos de peligro para la
salud, como la presión arterial, lo que podría causar que una proporción relativamente pequeña de la
población desarrolle síntomas clínicos, por ejemplo, de insomnio o enfermedad cardiovascular. Como
consecuencia, el riesgo de mortalidad aumenta entre los individuos con tales presentaciones clínicas
(Jensen et al., 2018).
La población también adquiere un papel importante, pues necesita estar sensibilizada ante este factor de
riesgo y las consecuencias de la exposición al ruido, la manera de protegerse, pero principalmente, la
manera de evitar la generación de ruidos altos, por lo que se requieren programas de información y
concientización (Zamorano-González et al., 2019).
Escasas son las ciudades en las que se han iniciado cruzadas para minimizar y atenuar las secuelas
provocadas por sonidos desagradables. En la actualidad, las industrias, las urbanizaciones y los trajines
diario ocasiona gran polución en la audición en los lugares de las urbes. El transporte, las construcciones,
el rápido incremento de la población, entre otros muchos más, son las principales causas de sonido en las
urbanizaciones. Se podría aseverar que todos estos accionares rompan los comedimientos naturales y
ocasionen angustia, puesto que los bullicios son todos aquellos sonidos peligrosos los cuales perturban y
afectan a las personas. Hoy en día, el sonido es uno de los importantes orígenes de polución en las
grandiosas ciudades y urbanizaciones (Alfie Cohen & Salinas Castillo, 2017).
Según Olague-Caballero et al. (2016), la contaminación por ruido es un problema de continua preocupación
pública, por lo que se dedican esfuerzos importantes para controlarlo. La manera más efectiva de medir el
sonido o la presión acústica en un momento específico es a través de la unidad denominada decibelios,
representada simbólicamente como dB. El dispositivo utilizado para realizar estas mediciones se conoce
como sonómetro. La contaminación acústica, cuando no se monitorea adecuadamente, interrumpe diversas
actividades colectivas al obstaculizar la comunicación verbal, un pilar fundamental en la armonía humana.
Además, afecta el descanso, el sueño y la relajación, dificultando la concentración y el proceso de
aprendizaje. De manera más preocupante, puede dar lugar a estados de fatiga y tensión que pueden
desencadenar trastornos de índole nerviosa y cardiovascular (Mendoza et al., 2018).
La bulla producida por los vehículos genera categorías ascendentes de 90 dB en rutas urbanizadas de
transporte de carros altos que van desde 80 y 90 dB en rutas urbanizadas con tráfico de transporte